domingo, 22 de diciembre de 2013

La autoridad en la Escuela

Consideramos autoridad a la facultad, el derecho o el poder de mandar o gobernar que tiene una persona sobre un colectivo.
La relación del alumno con el profesor, así como el tipo y los métodos de enseñanza han ido variando a lo largo de los años:
En la Escuela tradicional el profesor se limitaba a enseñar y el éxito escolar era gracias a él. No tenía ninguna relación con los alumnos y había un orden estricto.
En la Escuela nueva la Educación parte del niño y sus intereses y la relación del maestro con el alumno es muy significativa.
Actualmente, la autoridad en la Escuela recae fundamentalmente sobre el director/a, la unidad técnico pedagógica, los inspectores, el jefe de estudios, los docentes y la familia.
En el caso del docente, este es el responsable de controlar el proceso de aprendizaje planificando, desarrollando y evaluando al alumno en las asignaturas que le corresponda. Debe fomentar hábitos y valores en el niño, mirar por los bienes de la escuela y responsabilizarse de ellos, así como asistir y participar en los consejos técnicos, etc.
Es muy importante que exista un vínculo y una coordinación clara entre la familia y la escuela, involucrando a los padres en actividades y darles voz en la toma de decisiones. El maestro debe conocer los intereses y el entorno familiar de los alumnos.
  • Reflexión:

En las escuelas, la responsabilidad recae sobre diferentes personas u organismos, pero aunque intervengan los inspectores, directores, etc. La figura de autoridad directa es la del maestro o la maestra.
Con el paso de los años esta figura y lo que representa ha ido cambiando. Actualmente, el maestro tiene un alto nivel de comunicación con sus alumnos y alumnas, y esto, en algunos círculos sociales, sobre todo hasta hace unos años, era considerado una pérdida de autoridad. Se pensaba que al tener una relación más cercana con los alumnos estos podían perder “respeto” hacia sus profesores. Sin embargo, esto esta consideración no tiene en cuenta que esta cercanía puede mejorar la confianza y el respeto, puesto que motiva a los niños y niñas a confiar en sus maestros y esto hace que se pueda tener una atención más individualizada hacia cada uno de ellos. Pero, también es cierto que los maestros y maestras deben saber establecer una serie de límites y no olvidarse nunca del papel que desempeñan en el aula.
Actualmente, se tiende a culpar, o bien a las familias, o bien a los maestros, cuando un niño o una niña tiene una conducta agresiva, o inadecuada. Incluso, en algunos casos son los propios involucrados los que caen en este error; las familias y la escuela “se tiran la pelota” de unos a otros, la familia culpa a la escuela y la escuela a la familia.
 Este es un error muy recurrente, sin embargo, deberíamos meditarlo bien, puesto que no podemos buscar un único culpable a estos tipos de situaciones. La familia y la escuela deben trabajar de manera conjunta, conocerse, colaborar y así poder buscar soluciones adecuadas a los problemas y ponerlas en práctica de forma positiva.


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